DIEZIZEIS

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Cambiaste de tiempo y de amor
y de música y de ideas
Cambiaste de sexo y de Dios
de color y de fronteras
pero en sí, nada más cambiarás
y un sensual abandono vendrá y el fin...

Fueron enteros, luego añicos. Rompecabezas y luego añicos. Supieron ser piezas de imágenes distintas. Así formó ella espirales y él devoraba líneas imaginarias a cada paso. Pintaba ella todos los amarillos posibles y él escupía con rabia escarlata. Quedaron añicos con el peso del tiempo frío. Ella sigue calzando las piezas en mundos dispares, él disparando pasos buscándola, queriendo quedar amarillo de cuerpo entero aunque ella finja, ahora, tonos naranja.

2 comentarios:

mali dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
mali dijo...

éste me arrancó las lágrimas, y en un gesto infantil y algo iluso, me las limpié con la mano y corrí a mirarlas, esperando encontrarles su tonalidad. tristemente, no eran amarillas, ni siquiera naranja, eran apenas lágrimas, transparentes, incómodas.
un abrazo!