¡Ay, si yo tuviera la energía necesaria!, si cada latido mío tuviera carácter telúrico, si de mis manos brotaran gritos en escala Richter, si cada idea y cada pensamiento hiciera vibrar la tierra entera...
Si yo fuera un terremoto sacudiría el subsuelo acomodado, el de los pisos relucientes y las estatuas de mármol. Tumbaría sin meditar paredes y despachos presidenciales, dejaría atrapados sus proyectos y sus sueños empresariales, lo dejaría muerto antes de firmar otro tratado.
Mis venas serían transporte para dirigir el impacto directo a la boca de periodistas estúpidos, haría caer los andamios sobre sus cuerpos hasta parar su respiración ejercitada, hasta que ya no puedan preguntar más "¿Qué sintió al ver su casa derrumbarse?".
Si yo fuera un terremoto sacudiría el subsuelo acomodado, el de los pisos relucientes y las estatuas de mármol. Tumbaría sin meditar paredes y despachos presidenciales, dejaría atrapados sus proyectos y sus sueños empresariales, lo dejaría muerto antes de firmar otro tratado.
Mis venas serían transporte para dirigir el impacto directo a la boca de periodistas estúpidos, haría caer los andamios sobre sus cuerpos hasta parar su respiración ejercitada, hasta que ya no puedan preguntar más "¿Qué sintió al ver su casa derrumbarse?".
Arrancaría de las manos el margarita que toman los "famosos" bajo alguna sombra movida por la brisa suave y palmera, que los vidrios caigan sobre sus pies y el mar se tiña de su sangre dizque azul.
Haría que la gente más estúpida de este país cayera como en fila de centro comercial, hacia el centro de la grieta.
Si yo fuera terremoto, los que sangran de rojo estarían tranquilos en sus casas viendo en vivo y en directo a las viejas copetudas y panzones adinerados respondiendo preguntas absurdas lanzadas desde la más inmensa incompetencia periodística :
-¿Cuántas joyas quedaron sepultadas? ¿Pudo salvar su BMW?.
Los sangre-roja estaríamos apagando el televisor antes de que termine el noticiero. Nuestros pies sobre tierra firme.
Haría que la gente más estúpida de este país cayera como en fila de centro comercial, hacia el centro de la grieta.
Si yo fuera terremoto, los que sangran de rojo estarían tranquilos en sus casas viendo en vivo y en directo a las viejas copetudas y panzones adinerados respondiendo preguntas absurdas lanzadas desde la más inmensa incompetencia periodística :
-¿Cuántas joyas quedaron sepultadas? ¿Pudo salvar su BMW?.
Los sangre-roja estaríamos apagando el televisor antes de que termine el noticiero. Nuestros pies sobre tierra firme.
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