NUNCA PIDAN PÄN AÑEJO

4-IX-08

Cada día, cada mañana y cada tarde. Sean las 9:00 am o las 3:00 pm, debemos decidir. El té no se pone en tela de duda, pero con qué acompañarlo se hace cada vez más dificil, se nos agota y ya Laura tiene hasta la corinilla el pan con natilla y yo todo lo salado.
Cruzamos la calle siempre como en una foto, con la misma ropa y con el mismo peligro porque yo me tiro y Laura es prudente, aunque el carro más cercano venga apenas por el puente del corrupto que tambien es diputado y también arregla carros, dice él; aunque en sus manos nunca haya estado un mazo, pero ese no es el cuento, ya no lo alargo.
El asunto es que se nos ocurrió el pan tostado con queso pero... ¿Para qué gastar pan recién hecho si el añejo logra el mismo efecto?. A Laura le pareció y le preguntamos a Rosita por pan añejo no tan añejo. Nos dijo que la dejáramos que se fijara y se fue. Pagamos las bolsas de té y el queso.
Llegó Rosita y llegó con una bolsa del tamaño de un cerdo o de un bulto de gringo, o de un cerdo gringo con bulto de pan. Llegó Rosita con el pan añejo y no era uno ni dos, eran tantos que ni los contamos, tantos que ya ni queríamos.
Tuvimos que hacernos al menos un par con queso, para aprovechar algo. No más pan añejo, no hasta que se cumpla un año de esto, o me ponga a hacerlo en pudín.

1 comentario:

ViviSol dijo...

Si, a veces lo que se quiere, llega y harta. Entonces, a veces confío en la dosis mínima... apenas para probar y querer más!