ASI-SE-OLVIDA-UN-DIA


9-6-08

Pasó el día ocho como pasa cualquier cosa. Como ves pasar una mosca desde una ventana y no te da mayor asombro. Como seguir con la vista a esa desdichada rama que cayó en el curso de un riachuelo sin gracia y se mueve tan poco interesante que le quitás la vista al rato. Es más, ni siquiera recordé este día, simplemente me limité a vivir como todos los demás e inconcientemente estaba ya curado sin saberlo. Mi mente se ha escapado de aquello entre noches de filosofía incongruente, de conversaciones felinas y risas que parecen infinitas. Simplemente reímos y ella no sabe cuánto y cómo está curando la herida que dejó de sangrar desde hace mucho, pero que seguía doliendo y se parecía a esa gota insistente que se colaba por el techo y caía necia hasta golpearme una y otra vez en la frente; y más profundo. Me está curando por el solo hecho de reir sin asustarse de las incoherencias y de esta forma ejercitarme en el difícil arte de tener una maldita sonrisa en la boca sin saber el porqué y que desde hace bastante tiempo me negaba a experimentar.

Mis dedos están abandonando la tristeza con que pasaban las páginas. Sigue estando la ciudad gris de siempre, los carros alocados y el bullicio de la gente que golpea con su paso acelerado y estúpido. Yo camino en sentido contrario y me siento en alguna banca del parque entre letras y humo de cigarros ajenos. Garabateando entre pensamientos y trazos de tinta roja yo escribo todo esto y me alisto para levantarme y seguir caminando, la lluvia está a punto de caer... El tren no espera a nadie...

No hay comentarios: