-TRIP-TU-DE-SUN-

Come on, come on, come on, come on
Now touch me, baby
Cant you see that I am not afraid?
What was that promise that you made?
Why wont you tell me what she said?
What was that promise that you made?
Im gonna love you, till the heavens stop the rain
Im gonna love you
Till the stars fall from the sky for you and I


Me invade en este momento esa sensación casi alucinógena, casi irreal, pretendo estar bien aún sin tenerte. La música se siente en este estado, ya como un buen caudal de agua fría, adquiere formas graciosas, te hace reír con fuerza y no hay motivos, aunque tengás puesto bajo el abrigo de texturas curiosas esa camisa rota, teñida de sangre y marcada donde se ubican tus heridas profundas. Tu piel no es visible, no existen cicatrices y se experimenta la necesidad de estar siempre así, siempre sin esa molesta sensación que es vivir a la intemperie mientras te carcomen esas arpías, las que te besan con labios carnosos y con miradas dulces mientras te desgarran el pecho con sus garras afiladas, queriendo matarte. Amor corrosivo. Tambores a ritmo hipnotizante, ritmos de ritmos, sube y baja que bajan al subir y suben al bajar. No sabés ya en donde estás. Solo seguís el ritmo que viene de algún lugar y pasa. Te sana.

No tenés porqué averiguar nada, es cuestión de dejarte llevar cuando el agua está en todas partes, la podés sentir como te envuelve hasta medio cuerpo y sigue subiendo. Admirá esas formas que sólo pueden descifrarse como una auténtica aurora boreal que te sonríe solo a vos, a nadie más. No vale la pena contarlo porque nadie te quiere creer que sea tan maravilloso. Esa proyección inconsciente, que te apunta desde la Osa Mayor más bien parece humo, a ratos. ¿Podés ver las formas que construyen las gotas hervorosas en tu frente? Se ponen del color que querás y te llevan donde estés lejos de esos bordes peligrosos en cada cavidad de tu cráneo. No es de fiar ese borde que tenés en el tabique, esos filos que conforman tus huesos en la base de los ojos. Aquí eso ya no funciona. Ya te diste cuenta.

Experimentemos esa súbita corriente que nos atrapa, tiene figuras musicales que te bailan sobre la espalda, date vuelta y que bailen en tus clavículas donde mejor saben hacerlo, donde un día lograron admirarme y sonreías, te besaba... Pero ya no más. El agua me consume poco a poco y me prohíbe ese contacto vital, vos estás a salvo y ese alivio es lo único que pasa por mi mente. Ya de nada sirve que el agua me cante y se mueva al ritmo de los acordes, de nada sirve que cambie sus colores proyectados desde el Norte. De nada sirve. Estás a salvo, justo a tiempo, cuando el efecto ya se empieza a perder como esas gotas que ya no ves, donde está el rayo de Sol caprichoso que no te deja abrir los ojos.

Seguiré soñando en mi realidad que no se acaba, recordando aquellas formas graciosas que bailaban, y nos provocaba reír con fuerza, cuando llegabamos a aquel estado casi alucinógeno, donde no había necesidad de hablar porque la música envolvía nuestros sentidos, hablaba por nosotros y yo mientras tanto veía proyectadas las sonrisas en tu espalda desde alguna estrella parpadeante del Norte. Aquí estaré entonces, soñando como ahora con verte nuevamente, te prometo que el Sol no me podrá encandilar, así sea que caiga sobre mí, sobre nosotros.

1 comentario:

Uno que mira dijo...

Una ventaja
de la tristeza
es
que
es
a veces
altamente productiva, buenamente productiva, sanamente productiva, incluso detonadora de calidades ocultas. Eso hay que celebrarlo, digo yo.
Este texto está muy bien.

Saludos.