PARED-NUEVA

16-4-08


Empiezo, comienzo, pienso, re-pienso. Aún acostado, aún semi-dormido. Formas que se marcan en la cortina, sombras repintadas por el Sol de la mañana. Es común no sentir aún las extremidades, se niegan a despertar como se negaría cualquiera que encuentre cómoda y caliente una sábana si la compara con algún deber odioso, como levantarse a las 6 de la mañana con frío en el ambiente. Yo en cambio doy tiempo a que se despierten todos, hasta el último dedo, hasta los que se hacen los dormidos, por pereza. Y ese lapso me da tiempo para observar, para escuchar y por supuesto pensar.

Hoy vi algo distinto en la pared que queda frente a mi cama; que es la imagen que veo de primero. Ya no había tanto dolor y no pude saber por qué. Recuerdo como hace días, tantos que forman más de un mes, yo veía esa pared tan sucia de dolor y de tristeza que hasta llegué a pensar que la causa era verla (sí, verla) con ese dolor que tenía, o que tengo ahora pero menos.

De esa manera se iba a impregnar como se impregnan de humo las paredes de los edificios de las ciudades hasta ponerlos de un tono gris. No sé si tiene algo de congruencia mi teoría, pero lo creí y eso era lo que importaba. Además era inevitable no ver esa pared al acostarme, al despertarme, como ahora, o más de una vez cuando iba especialmente para verla, pretendía notar algún cambio sentado frente a frente por varios minutos. A lo mejor podría estar menos gris.

Tal vez mis ojos ayer percibieron demasiado, no solo ayer, ésta semana ha sido muy productiva. He visto arte de todo tipo. Admirables trabajos rusos de cortometrajes que me hicieron viajar lejos y querer ver más, he escuchado música buena muy buena y otra no tanto, he respirado al menos algo distinto a lo que yo venía recetandome como analgésico en todo este tiempo, he estado con gente que vale la pena y demás. Mis sentidos han absorbido bastante material que los hizo resurgir digamos, por lo menos una considerable cantidad de unidades de medida por encima de donde yo estaba en ese nivel anímico.

Y vuelvo a mi teoría descabellada pero válida para mí, la pared está menos gris. He logrado ver, como por una rendija, tanto que hay afuera. Eso que puedo disfrutar sin que tenga que ser opacado por lo otro. Me he inyectado una ínfima pero muy valiosa dosis de felicidad (risas) ¿felicidad? Es por ponerlo en términos más entendibles, no sé cómo describirlo ni tampoco sé explicar a ciencia cierta por qué amanecí viendo la pared más clara. Sea cual sea la razón, brindo por eso, mientras escucho una agradable canción de King Crimson que debo mencionar porque es el complemento de mi nueva pared: Neal and Jack and Me. Brindo!

1 comentario:

Uno que mira dijo...

Casi siempre cuando yo abro los ojos y sí, siempre hay partes que todavía están dormidas, incluso los ojos, a menudo, sucede que lo que veo es poesía en una pared que creo creer que es menos doloroso que ver hacia la ventana directamente. El asunto es que me pasa más o menos parecido pero con más frecuencia: veo esas letras y sus colores que contrastan con lo pálido pero las veo diferente, las leo desde otro código, tal vez, desde el código de los que tienen medio cuerpo todavía hundido en el barro soñoliento; me pasa que descubro que no son lo que son y que no sirven para nada ni ellas ni mi descubrimiento ni abrir los ojos y mirar a una pared por no ver una ventana.