Céreus coryne y otros seres que (no) sanan

6-4-08


No tiene intención de escribir, ni siquiera sueña jamás con lograr una autobiografía suya que más tarde le remueva dolorosos recuerdos, o agradables pero que cambian de pronto a dolorosos, como siempre, todo tiende a lo peor, a lo bajo y a lo hiriente. Él tuvo confianza en ese futuro que desde pequeño le pintaron en lo más profundo de su mente, ese tan mal llamado destino, que nos mueve y que mueve los acontecimientos a fin de lograr una dudosa historia ya escrita por un no sé quién en no sé dónde. En fin, él ya no creia en eso, le parecía anticuado y por demás absurdo. Además ese dolor que sin intención le he removido, como ahora, le carcome sus energías, lo hace pensar lento y desear que todo pase rápido, sueña muy solapadamente en alguna manera de usar ese fastidioso destino como un arma inconsciente que le sane, así sea que desaparezca él con todo y el dolor. A fin de cuentas no somos más que eso, seres que sobreviven día a día a esa opción de ´´predeterminado´´ que tiene la vida. Cada día que pasa es como el niño caprichoso que nos tira la cuerda cuando nos estamos ahogando. Y nos salva sólo por diversión.

Más tarde él se da cuenta que tiene mucho por vivir, los tiene a ellos y ellos a él. No es fácil dedicarles el tiempo que él les dedica incluso cuando tiene deberes por delante. No lo piensa dos veces. Ellos no lo piensan tampoco cuando de ofrecerle tranquilidad y buena vibra se trata, han sabido ser buenos amigos, ponerse del color más alegre que puedan con tal de verle un milímetro más arriba las comisuras de sus labios cada mañana, aunque a él le cueste y hasta le duela; pero lo logran. El ha de suponer que ellos lo hacen solo para que se sienta bien y prefiere seguirles el juego. Es mejor engañarse y ver como todo funciona a la perfección. Y fue así como un día ocurrió y todo se vino abajo.

No sabía cómo agradecer una acción tan desinteresada viniendo de seres tan subestimados por la sociedad, injustamente por cierto. Así que, quién sabe si por casualidad o por ¿destino? quiso hacerles un dibujo, algún garabato que expresara la difícil acción del agradecimiento que él por naturaleza era incapaz de decir en palabras. Se acercó al escritorio y abrió la gaveta de la izquierda con cuidado como si algo le dijera que se iba a encontrar un recuerdo que en algún momento del pasado dejó escondido. Y así fue, encontró la fotografía de ella. La alegría y la ilusión lo consumieron, sintió esa inesperada y emotiva sensación de mariposeo en el estómago, pudo sentir los besos, sus manos acariciándole la cara y hasta ese olor inigualable que ella dejaba en su cerebro como sellado con tinta imborrable. Toda esa gama de sensaciones por más placentera que pareciese duró dos segundos, después de esto la realidad lo golpeó tan fuerte que tuvo que sentarse rápidamente y sus ojos humedecidos seguían viendola, tal y como la vio alguna vez frente a frente. Recordó que eso ya no existía, fue solo un recuerdo que un día por miedo decidió esconder en una gaveta a la izquierda de su escritorio.

Sus amigos ya no supieron qué hacer, cómo consolarlo, cómo aliviarlo. Cualquier intento de verse con vida, con brillo y con color fue inútil. Él ya había caído en esa grieta profunda que hacía dos semanas lo postró en la cama sin hablar, sin dormir, casi sin vivir de no ser por los independientes órganos que trabajan así sea que no les paguen. Pero esta vez sintió la desesperación, pudo respirar ese aire espeso de la muerte no corpórea, la muerte de algún sentimiento que un día estuvo vivo y ahora estaba moribundo, queriendo vivir con todas sus ansias, queriendo verla a ella y teniéndola a su lado. Él ahora tiene su mirada perdida, reposando tal vez para seguir viviendo más tarde. Lidiando con el dolor, ya más como un mal hábito.

Sus amigos siguen a su lado, reciben el sol cada mañana y se muestran verdes y alegres, esperando a que él les dedique el tiempo de siempre. Para ellos ya no es contradictorio que él haya encontrado en varios cactus ese alivio y tranquilidad a sus problemas en casos como éste, donde un descuidado ser que juega a escritor en algún lugar remueve los recuerdos que permanecían dormidos y reposados al fondo de la botella como sedimentos amargos que se reactivan con la memoria.

1 comentario:

Uno que mira dijo...

Este texto me motiva dos comentarios:
a) Primero, en el pasaje respectivo, recordé cuando me pasó que abrí una gaveta y no encontré una foto de una ella, sino unos garabatos que había escrito (no dibujado) acerca de ella. El efecto fue el mismo.
b) El final me recordó otro texto que tenía que ver con cactos, y con alguna ella también.
Son jodidas las ellas cuando son jodidas.