CHOCHO-911

Nunca nos lo imaginamos. Vos en tu cabeza, el baile de rebote, la música lejana y todo antes de doblar la esquina y encontrarnos la escena montada justo en la entrada de esa taberna. El tumulto que parecía tener ochenta manos, todas agitandose desesperadamente sin que pudiera alguna siquiera tomar un teléfono y marcar el auxilio: esa mujer estaba tumbada ante nuestra mirada inútil como si el baile le hubiera arrancado alguna sístole desde lo profundo.
Nueve-uno-uno, números que cualquiera piensa enseguida: tonos de angustia. Espera y acciones de manos atadas, ese vínculo que es tan vital y telefónico. La mujer del vestido rojo podía estar muriendo o no.
La gente desesperada y alguna banda descerebrada que continuaba la función -de seguro porque el billete manda- Sentimos bizarro, grotesco y hasta surreal. Las luces seguían moviendose alocadamente y el hombre que cobraba la entrada mantenía su posición dando órdenes del tipo "si sale no puede entrar" a un nervioso personaje, antes bailarín de la noche alegre.
Nos alejamos al llegar las luces paramédicas. Esa escena en general fue perturbadora, en especial porque lo que buscábamos no era un baile de rebote, si acaso seguir la música lejana hasta la entrada de la taberna justo en la esquina. Ahora, que para esa mujer todo este cuento haya sido un susto nada más.

2 comentarios:

[m] dijo...

Te olvidas del hombre al lado de la señora en el piso, éste, continuaba cobrando la entrada al baile.
Aterrador.
Abrir la cajuela y sentarnos ahi por un momento, ya ni de eso fuimos capaces.

Schindleria Praematurus dijo...

Cosa más rara, digo yo.