SIN-TITULO-O-SIN-GANAS

28-I-09

No venga usted a decirme que le hable de usted porque ya ni tengo los medios o la suerte de dirigirle palabra alguna, sea por casualidad o por un zarandajo de destino que yo mismo construyo a punta de palos podridos y tablas peligrosamente pasadas por los pasos añejos de tantos pasados que ahora nos separan.
No venga a decirme que la olvide porque esa palabra sólo cabe entre mi cabeza reposada paralela al horizonte caído de la noche y las fases primeras de mis sueños vestidos de nada, cuando sueño con un espacio inmenso que al día siguiente no lograré recordar, despierto recordando algunos recortes de recuerdo en rincones recónditos.
No venga a decirme que ahora cada quién encontró su camino, a lo mejor el suyo sí, yo me mantengo como siempre, por los caminos más empedrados siguiendo absurdos cometas incandescentes de mañanas, pasajero de algunas ilusiones que aún sostengo muertas en mi regazo a ritmo rezagado. Entonces, muchacha, no venga a decirme que esta sonrisa es mía porque quiero, es sólo la cicatriz.