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-Que hable, que se quite el bocado de la boca como una bocanada. Que cuando le diga que no queda nada no finja secarse los ojos.

-Ayer esperé cuarentaytantos minutos para ver como se escondía, cómo le dice que hable de lo que siempre habla, de bocanadas y mentiras.

-Ya no hace falta que señale y se haga como si estuviera sonriendo el cadáver. Que saque sus discursos de oposición o que seque sus ojos miopes.

-A mí no me hable de lealtad, yo que caminé desde allá para terminar con un cedé de canciones emotivamente obsoletas y un coma diabético que nunca quise abrir.

Hableme de ruido ahora.

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