4110

El circo empieza sus funciones, abre temprano como si supiera que la gente se asoma y piensa mal de él si no lo hace. Manda a barrer la basura de anoche, esa que se amontona en círculos de puro viento. Estúpida manía de hacer creer, de que la gente piense ésto o aquello, que no se den cuenta de las lagañas de la mala noche o el olor de la cogida que hace treinta años no volvió a tener -y ha tenido oportunidades, eso sí-.
Acomodarse la corbata es indispensable, casi como peinarse de la misma manera que lo ha hecho los últimos treinta años. Lavarse las patas de último, el mismo ritual de jabón que le enseñó la mamá con el puto pin-pón, pero en francés. Y yo que desde acá puedo construir un relato convincente, digno de creer, digno de libre expresión (o expansión).
Ya no sale a correr a la Sabana, antes sí y le lanzaba piropos a las muchachas.
En su casa, encima de la chimenea está el retrato del caudillo. El pro-yanqui venerado de la zona de los Santos le guiña un ojo. Los acetatos más aburridos los tiene de espejo, la música clásica, los libros de museos, como si supiera que la gente se asoma; a la gente no le interesan sus fetiches del Louvrè.
Hay muchos cuadros en la pared, lámparas de formas sexualmente activas, mojigato como el hermano. Más fotografías colgadas donde sale él con más fachos del mundo, abrazado y sonriendo. Y estoy seguro que le susurraba a Reagan para que mande marines. Su colección de armas. Curioso que el espacio que dice Carabina 30 30 está vacío, asumo que le trae recuerdos sediciosos.

-Puta, ahora qué lo pienso: ¿por qué una colección de armas?
Ah, sí. Ahí colgado está el Nobel también.

La gente se asoma y piensa mal. Total, ya va jalando.

No hay comentarios: