Fue en el 2005 que capturé esas fotos y prometí dárselas, pero vos sabés lo imbécil que es uno, se llena la cabeza con otras cosas (muchas inútiles por cierto) y sinceramente se perdieron en esa gaveta. Mi desorden vino a recordarmelas y en ese cuarto ya no cabía un alfiler, obligado empecé a acomodar y botar cosas viejas (esto fue hace dos días).
Encontré las fotos de aquella travesía inolvidable por Llano Grande, en los extensos campos de papa y zanahoria; donde por primera vez pasé de siemplemente interesarme por el trabajo duro de los y las agricultoras, a ser realmente parte de ellos (eso implica hablar con ellos, reir con ellos, comer zanahoria entre sacos tierrosos y criticar los chozones que se alzaban al horizonte, donde los patrones, en fin todas esas cosas que tanto se disfruta y se disfruta auténticamente).
Una vez que bajamos de allá pasamos por la feria del agricultor en San Rafael de Oreamuno (era un sábado, lo recuerdo bien) y fue ahí donde tomé las fotografías que encontré antier en la gaveta.
Mi vida no anda muy interesante que digamos, así que me di a la tarea de llevar conmigo la foto e ir a buscarlo, preguntar por él (y con la foto no hay cómo perderse ¿eh?). Iniciaba mi búsqueda y ya me imaginaba por las calles de ´´Churuca´´ como le llaman a San Rafael, buscándolo, haciendo algo diferente para contrarrestar lo deprimente, en fin, distrayendome.
Y aquí viene lo insólito, lo increíble y lo que no me pasa, hoy (sí HOY) don Abel (porque ahora sí sé su nombre) venía en el bus en el que yo me montaba, ¡Venía con sus noventa y tantos años y con cantidad de bolsas con limpiones y recipientes en el mismo bus que yo!. Por supuesto no dudé en regalarle las fotos y el que no cabía de contento.
Prometí visitarlo el sábado en la feria y él me obligó a aceptarle las monedas y los confites como muestra de agradecimiento.
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